Editorial
Durante el mes de febrero, en varios espacios de la ciudad, la Alcaldía de Bello convocó a los bellanitas para que propusieran ideas para el Plan de Desarrollo que ejecutaría la Administración local hasta el año 2023. En medio de ese ejercicio democrático de escuchar a la ciudadanía ya sabíamos que, en la ciudad de Wuhan, en China, se había presentado un brote de un nuevo coronavirus, que con los días fue declarado por la Organización Mundial de la Salud como pandemia, lo que encendía las alarmas a nivel mundial y cambiaba todo panorama previsible, incluida esa hoja de ruta para la gestión pública en la ciudad, que deberá transformarse de lo que queremos a lo que necesitamos.
Durante la campaña electoral y los primeros días de gobierno oímos hablar de obras como el Parque de Artes y Oficios, la Plaza de Mercado, el Bulevar del Renacimiento, una nueva sede administrativa, entre otras ejecutorias proyectadas por años, que fueron anunciadas con la participación de altos funcionarios del Gobierno Nacional, obras todas muy necesarias para la municipalidad, pero que en las condiciones a las que ha abocado la COVID-19 al mundo, podrían significar el rediseño de los planes de desarrollo, en tanto la pandemia ha revelado las más profundas necesidades que las ciudades tendrán que intervenir en los años venideros y en las que Bello, evidentemente, no es la excepción.
Que la Alcaldía proponga la entrega de ayudas humanitarias a través de las Juntas de Acción Comunal y las Juntas Administradoras Locales, pero que la ciudadanía no las identifique o que en algunos barrios ni siquiera existan, supone una reorganización en la forma cómo en los procesos de participación en Bello, participan muy pocos. Es una acción necesaria que requiere voluntad política e inversión porque los únicos llamados a construir tejido social no son los líderes comunitarios.
Si bien después de que el periódico El Colombiano diera un dato erróneo sobre el número de camas disponibles para atender esta crisis sanitaria en la ciudad, el Alcalde Óscar Andrés Pérez anunció que Bello contaba con 460 camas de hospitalización, 25 camas de cuidados intensivos y 16 camas de cuidados especiales, la red pública hospitalaria deberá concentrar los esfuerzos de esta Administración. Debe ser su norte gestionar recursos ante el Gobierno Nacional y reactivar los servicios de la ESE Bellosalud que desde el año 2015 carga con problemas financieros, producto de gestiones administrativas que comprometieron su liquidez y que el año pasado obligaron a cerrar servicios en varias de sus sedes, aun cuando el saliente Gerente, Felipe Giraldo, recibió el cargo en mayo pasado con una deuda de 12.000 millones y logró entregarla en 6.500. La Alcaldía debe a la ESE municipal 2.600 millones y la EPS SAVIA Salud 1.874, cuentas que si se saldan garantizarían un respiro a la entidad. Pero además será papel de la administración local unificar esfuerzos que consoliden la red pública con los hospitales departamentales Marco Fidel Suárez, que fue entregado recientemente saneado fiscalmente después de tres años de gestión del bellanita Yan Zuluaga, y del Hospital Mental, que estando en riesgo alto financiero deberá ponerse a punto para atender las necesidades de la comunidad.
Además de los retos en salud, el panorama que veremos desde este lunes, cuando los estudiantes de Bello vuelvan a clases virtuales, serán la suficiente evidencia para que la Administración Municipal haga una gran inversión en acceso y apropiación de las tecnologías de la información, para que los niños, adolescentes y jóvenes no encuentren barreras para su formación. Al de Bello, como a todos los gobiernos, les corresponderá democratizar el uso de Internet. Hacer una caracterización salón por salón sobre el estado en el que la comunidad educativa accede a los recursos de la Red y ejecutar acciones tendientes a garantizar la universalidad en su uso. La pandemia del nuevo coronavirus le revela a países como el nuestro lo rezagados que están en la implementación de políticas que posibiliten el acceso a las tecnologías de la información a las comunidades vulnerables. Para enfrentar este reto no solo bastará con que las instituciones educativas tengan más y mejores equipos de cómputo, se deben generar estrategias para proveer de estas herramientas a equipamientos institucionales y Juntas de Acción Comunal que consoliden puntos de encuentro, además de reactivar e incrementar el número de zonas Wi Fi gratis para la gente.
En materia cultural la COVID-19 nos dejó completamente retratados. Hoy algunos proponen comparaciones con la forma en la que en municipios como Envigado o Sabaneta los ciudadanos han acatado el llamamiento al Aislamiento Preventivo Obligatorio, mientras muchas de nuestras calles siguen siendo frecuentadas con normalidad. En Bello urge desde hace años la implementación de estrategias de formación de cultura ciudadana. Para prevenir la propagación del virus había que conjugar las medidas gubernamentales, el control policial y la consciencia ciudadana, pero lo que más se evidenció, además de la inoperancia de la Policía, fue la desobediencia civil. Con esta pandemia no se trata solamente de que los gobernantes tomen medidas, si no de que la población practique el autocuidado y parece que para muchos bellanitas, esto no es con ellos. Para darle un timonazo a los imaginarios culturales que imperan en Bello no será necesario solamente invertir en los procesos artísticos, sino pensarse acciones de promoción de la ciudad que generen sentido de pertenencia en sus habitantes, que con los años den paso a una sociedad civil que aporte decididamente al territorio.
Esta crisis nos invita a revaluar el devenir de las dinámicas sociales y es ahí cuando los gobiernos tendrán la posibilidad de replantear sus propósitos. El Gobierno Nacional muy seguramente dejará desfinanciados muchos proyectos que hasta hace meses hacían parte de su agenda, para responder a la agenda que nos ha impuesto la COVID-19. Lo mismo deberá pasar en Bello, ciudad en la que tendremos que entender que esas grandes moles de cemento que queremos deberán darle prioridad a la reconstrucción social y de los sistemas de salud y educación que necesitamos.
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