Por: Camilo Moreno Tamayo
Después del trago amargo que vive la hinchada de Nacional y la declaración de “tusa futbolera” por una parte de esa parcialidad, ante la pérdida del título contra Millonarios, hoy queremos traer a la conversación una victoria que supera lo que representa una estrella sumada al palmarés de un equipo, una victoria de la vida, una victoria de Daniel Cataño, vecino del barrio San Martín.
Hace apenas un año el jugador era el señalado por los hinchas del Tolima como el responsable de perder el título contra Nacional, tras dilapidar un penalti en el tiempo regular. Cataño fue objeto de todo tipo de improperios, pero, más grave aún, de amenazas. Se le cerró el mundo. Lo sacaron del equipo “Pijao” y Alberto Gamero le tendió la mano para que tuviera un nuevo aire en el equipo “Embajador”.
Solo eso pensaron muchos futboleros: que era un gesto solidario para garantizarle vigencia en el rentando nacional al volante bellanita. Ni los más optimistas hinchas de Millonarios fincaron sus esperanzas en el talento del recién canjeado futbolista. Es que Cataño llegó así a Millonarios: “tú me das al venezolano Eduardo Sosa y yo te presto, con opción de compra, a Daniel Cataño”. Lo que llaman en el mercado de transferencias del fútbol un completo “descarte”.
Daniel Cataño aspiró a tener minutos, que Gamero le fue dando de a poco, pero él no desaprovechaba cada segundo en el que la redonda pasaba por sus pies. Una finta va, un desmarque viene, para después filtrar un pase al espacio, como con la mano, para dejar en posición de gol al delantero y cada vez que pudo marcó un gol tras otro, de gran factura, con la técnica que lo caracteriza, pero también la mística de barrio que no abandona.
“Cracktaño” lo empezó a apodar la exigente hinchada albiazul y el bellanita se fue erigiendo, junto a David Macalister Silva, como los estandartes del equipo, no en vano y sin cumplirse el tiempo para ejercer la opción de compra fue adquirido en pase definitivo al equipo, pero su gesta supera el campo de juego. En entrevista con Caracol Radio, la mañana de este lunes, Cataño contó que uno de sus grandes aportes al título era haber logrado reunir, en torno a la palabra de Dios, a todo el plantel, durante las concentraciones. En el diálogo con la cadena radial, el volante fue enfático en que ese impulso divino también fue fundamental para la conquista deportiva, como ya lo había sido en el pasado para superar crisis personales en su proyecto de vida.
Un año después, el fútbol y la fe han dado sentido a la lucha que este bellanita emprendió para revertir el impasse que le jugó la vida. Un momento que resultó fatídico solo por errar un penal, una jugada in extremis del balompie, considerada una verdadera ruleta rusa, que cientos de miles de hinchas, alrededor del mundo, están lejos de comprender que solo define un partido, quizás un título, sin percatarse que más que alzar una copa, cada jugador se está jugando en la cancha una victoria que supera la de una estrella bordada sobre un escudo: es la victoria de la vida, esa que exactamente una vuelta al sol después hincha el corazón de Daniel Cataño de alegría, porque hay victorias que superan la de un campeonato.
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