Editorial
Sabemos la fama que carga Bello porque pareciera que en nuestras calles no aplicara el uso de casco para motociclistas, pero esa apenas es la punta del iceberg. La cultura de los bellanitas en la vía deja muy mal parada a la ciudad.
Como en otras problemáticas del territorio, el ciudadano bellanita siempre está buscando trasladar la responsabilidad a las instituciones del Estado, para que al final nadie se haga cargo. En nuestras vías se actúa señalando a los agentes y funcionarios de la Secretaría de Movilidad como los únicos causantes del desorden, cuando solo son una parte del eslabón. Es cierto que no ejercen control en zonas en las que deberían, que algunos han acudido a la deleznable práctica del billete debajo de los documentos, que la priorización de la realización de retenes por encima de la garantía de un tráfico fluido genera cada vez más rechazo y que los desaciertos de la alta dirección de la Secretaría afectan la movilidad, pero esos se suman entre los aspectos a mejorar, entre los que hay que involucrar a los demás actores de la vía.
Presenciar el momento en el que un semáforo pasa a rojo en Bello es asistir a una clase de infracciones de tránsito. Motociclistas sin casco, motociclistas y conductores de vehículos que se pasan sin atender la restricción y cuando la luz pasa a verde, la largada de un Gran Premio de la Formula 1 se queda en palotes, como dirían las mamás. Somos una ciudad que vive de afán, poniendo en riesgo la vida de quienes comparten la vía. La pirámide de la movilidad, en la que el peatón es prioridad, no aplica en nuestro asfalto. Aquí es raro ver que un conductor ceda el paso a un peatón y si lo hace los pitos desesperados no se hacen esperar.
Con el tiempo la situación se ha convertido en un hazmerreir más para quienes acostumbran a hablar mal de Bello o reírse de él y esas críticas foráneas tienen todo el sustento. Salir a nuestras calles es poner a prueba, en su máxima expresión, esa premisa de la educación vial que dice que “hay que conducir a la defensiva”.
Si de ciclistas urbanos y recreativos hablamos el tema tiene bastante calado, empezando por las señaladas ciclorrutas que la inconciencia las ha convertido en parqueaderos. El colectivo Bellocicleta por años gestionó acciones que permitieran la implementación en la ciudad de infraestructura para las bicicletas y después de apoyar un estudio de origen destino, junto a la Universidad EAFIT, se pudo determinar que estas vías exclusivas sí eran necesarias en el territorio y la voluntad política de la Alcaldía y el Área Metropolitana lo hicieron posible, pero hoy es un proyecto que no logra garantizar una movilidad segura para los usuarios, más sigue generando críticas porque hay ciudadanos que no las consideran necesarias. El debate continúa, mientras Sebastián Mattos, líder del colectivo, responde que “Ámsterdam no se construyó en un día”, refiriéndose a la ciudad que es referente internacional en la materia.
Pero no dejemos de hablar de ciclistas porque muchos también son infractores que creen que movilizarse en bicicleta es tener licencia para pasarse las normas de tránsito por la faja. Transitan en contravía, por los andenes, también se pasan semáforos en rojo. Que alguien les diga que deben acogerse a las normatividad.
Cambiando de tercio llegamos al mal parqueo. En tremendo dolor de cabeza se ha convertido esta problemática. En muchos barrios las rutas de buses, el carro recolector de basuras y hasta vehículos livianos se quedan atascados ante los vehículos parqueados a lado y lado de la vía, sobre todo en sectores que tienen calles muy estrechas. Y aquí sí como diría el adagio popular: “tienen para el whisky, pero no para los hielos”. Bello se convirtió en un parqueadero público a cielo abierto. El mal parqueo en la ciudad tiene tanto de ancho como de largo: no hay parqueadero para tanto carro, pero entonces que no falte el sentido común, porque finalmente la calle es de todos. ¿La acción del Tránsito? De espectador, de vez en cuando y haciendo favores. Los agentes realizan uno que otro operativo de control, algunos de ellos en cuadras en las que evidentemente le están haciendo el favor a un amigo. No puede ser que lleguen a una cuadra específica, hagan control, pero no pase nada con las cuadras que la circundan. No crean boba a la ciudadanía. Sí se va a consolidar una directriz con la que hagan control a esta problemática que sea en todo el territorio bellanita, no escogiendo sectores.
Para finalizar, es necesario poner de presente otro aspecto que afecta la movilidad en Bello: la actitud de “dueño de la vía” que asumen conductores de servicio público. En nuestras calles pareciera ser ley que a los buses de Hato Viejo y Bellanita y a los taxis hay que darles prevalencia en la vía solo por ser ellos. No respetan pares, semáforos, señalizaciones horizontales. Aunque lleves la vía, aunque seas peatón, hay que dar la vía a buses y taxis… y si no lo haces no falta la intención de tirarte el carro encima. Sí, hay que decirlo: son desadaptados al volante. Las empresas de transporte público de la ciudad deberían generar procesos internos de formación que hagan entender a quienes conducen sus flotas que son un actor más en la vía, no el único. Por su puesto en estos gremios hay conductores que se destacan por su servicio, amabilidad y cumplimiento de la ley, que deberían servir de referente a quienes hemos llamado “Las mulas de Bello”.
El crecimiento demográfico de la ciudad, la flexibilización de créditos para la adquisición de vehículos y el atraso en la construcción de vías que garanticen la fluidez vehicular, han generado una presión en la movilidad, pero la acción de la administración municipal no es la única que deberíamos exigir, a nuestra calles y carreras hay que asumirlas como espacios para todos en los que debemos convivir, por eso cada actor tiene que poner de su parte para que unidos logremos humanizar la vía.
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