Si usted es de los que arroja los pañitos húmedos y los tapabocas al sanitario, sepa que está causando un problema en los circuitos de alcantarillado y en el proceso del tratamiento de las aguas residuales del Valle de Aburrá.
“A diferencia del papel higiénico, los pañitos húmedos, por los componentes con los que se fabrican, permanecen en el sistema cuando se descarga el sanitario y se van quedando atascados en la red de alcantarillado. Esto genera obstrucciones porque son volúmenes gigantes y puede ocasionar un taponamiento y la descarga de aguas residuales a fuentes de agua que no se debían contaminar”, explicó Wilson Martínez, profesional de la Unidad Operación y Mantenimiento Gestión de Aguas Residuales de EPM.
El acto casi automático de vaciar el sanitario de un baño activa un complejo entramado de redes secundarias de alcantarillado que se ramifican por toda la ciudad y que van desde los hogares, en tuberías desde las ocho pulgadas, hasta las PTAR (plantas de tratamiento de aguas residuales), con tubos madre que pueden superar los dos metros de diámetro.
Si los pañitos logran superar ese periplo por las tuberías más pequeñas también afectan la operación y encarecen los costos de mantenimiento de las plantas de San Fernando (Itagüí) y Aguas Claras (Bello).
Además, una dificultad similar la generan los preservativos y, desde el año pasado con la pandemia, los tapabocas desechables. “El problema se ha incrementado porque también han comenzado a llegar tapabocas y generan el mismo efecto de los pañitos: obstruyen, taponan y afectan la operación de las redes de alcantarillado”, agregó Martínez.
La solución es muy sencilla: nunca arroje este tipo de desechos por el sanitario. Su lugar está en las canecas o papeleras de basura, de manera que puedan seguir el proceso más conveniente para su disposición final.
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