Por: Stiven Jaramillo
Durante 3 años estuve conociendo las Juntas de Acción Comunal de Bello, haciendo un diagnóstico sobre estos organismos independientes del Estado.
El programa “Por las calles de mi barrio”, de la emisora San Buenaventura Estéreo, me permitió descubrir que, algunas Juntas de Acción Comunal en Bello, están en cuidados intensivos.
Sin embargo, esa situación no es propia, gran parte de lo que les sucede es por el abandono en el que han estado por parte de las administraciones municipales que no las ven como un puente entre la comunidad y el gobierno.
Logré evidenciar en este tiempo que nadie conoce mejor las comunidades que los miembros de las JAC, quienes se convierten en los líderes, en la voz de ellos ante la administración y los funcionarios. Son ellos quienes tocan miles de puertas y la mayoría son cerradas. Son ellos quienes se cansan de luchar por las comunidades y de que los funcionarios se hagan los sordos y las administraciones parezcan ciegas.
Si se quiere transformar un municipio desde sus comunidades, es vital hacer propias las Juntas de Acción Comunal y darles larga vida.
Me preocupan muchas cosas, entre ellas, que algunas Juntas de Acción Comunal han tenido que cerrarse por falta de dinero o porque los dignatarios se han cansado de no ser escuchados.
Así mismo, que muchas de ellas están atadas por la inseguridad y no pueden ejecutar muchas cosas que quieren porque los grupos delincuenciales no lo permiten.
En esa misma vía, me di cuenta de que algunas Juntas, son administradas por los miembros de los grupos al margen de la ley, que están vigilantes de cada peso que les ingresa a los dignatarios, para quedarse con un porcentaje.
Me preocupa la seguridad de los líderes de las Juntas, pero también el silencio en el que tienen que vivir porque no pueden contarle a nadie.
En varias ocasiones que les pregunté por la seguridad, se reían y me decían “todo está bien”, o antes de la entrevista, me condicionaban diciéndome que no les hiciera esa pregunta.
Algunos me respondían simplemente que yo sabía “cómo era la cosa” o que “los ‘muchachos’ no se meten con nadie, sino que le brindan seguridad al sector”.
¿Qué pasa con la Secretaría de Participación e Inclusión Social que no hacen nada al respecto? ¿Por qué no se les brindan las garantías de seguridad necesarias a los dignatarios de las Juntas?
Recuerdo que, en el momento más complejo de la violencia, que azotó algunas comunas -hace unos meses- el exgobernador Luis Pérez, habló de connivencia entre la ciudadanía y los grupos al margen de la ley, y en el programa logré entender que es una realidad.
Caminar las calles de Bello, es descubrir que cada comunidad es diferente. Que hay sectores en los que las Juntas funcionan muy bien, en los que las comunidades se sienten representadas y ven en sus dignatarios, unos líderes que les ayudan en sus necesidades.
Al ir dejando los pasos, descubres gente buena, que te saluda, acogedora, humanitaria, sociable, pujante…
Pero también se sumerge uno en lugares donde es difícil acceder por sus vías sin pavimentar, los huecos en las calles, o que sean tan estrechas que el transporte público no alcanza a llegar.
Barrios que no tienen buenos servicios públicos (y no son solo rurales) en algunos, no hay agua potable, en otros, los alcantarillados están a rebosar porque son pozos sépticos.
El servicio de energía eléctrica, también es complejo en algunos sectores, donde EPM no llega porque supuestamente no están legalizados, o porque los grupos ilegales son los encargados de este servicio.
Descubrí que hay Juntas de Acción Comunal que no son reconocidas por la administración porque supuestamente en los documentos oficiales, sus sectores no aparecen legalizados o no están incluidos en el mapa.
Igualmente encontré algunas Juntas que están en proceso de construcción y que, en su mayoría están siendo apoyadas por la dirección de Participación Ciudadana; sin embargo, hay otras que no tienen ese acompañamiento.
Las problemáticas en Bello parecen ser las mismas en casi todos los sectores: mala cobertura en salud (un gran número de personas no tienen ni siquiera SISBEN, y en la última actualización, muchos quedaron sin acceso a los servicios), una infraestructura en malas condiciones, centros de salud muy retirados y sin un adecuado servicio de urgencias, muchos aseguran que “la gente se muere porque mientras llegan a Rosalpi…”
La educación en términos generales, pasa la prueba, al menos en cobertura. La infraestructura sigue siendo un grito de ayuda que piden las comunidades educativas.
Y en la educación superior, Bello pierde el año. Muchos líderes dicen que les causa tristeza esta situación porque la mayoría de jóvenes que están en las drogas, el alcoholismo o los grupos al margen de la ley, recurren a ello por falta de oportunidades.
En temas de empleo y desempleo, el mapa es casi igual, un saldo en rojo. Teniendo en cuenta además que Bello es un municipio “dormitorio”, es decir, la gente vive aquí, pero sus trabajos los desempeñan en otro municipio del Valle de Aburrá. Aquí se genera poco empleo.
Y lo que más se resalta es el subempleo, el “vivir del día a día” o el empleo independiente.
Son muy pocas las Juntas de Acción Comunal que tienen encuestas o métricas que documenten las cifras, pero conocen de tajo a sus comunidades y con eso basta.
En cuanto al transporte, la gran parte del municipio tiene buena cobertura gracias a las dos empresas. Aunque, algunos territorios son marginados y no gozan de una buena prestación del servicio. La mayor queja es el tiempo, las rutas a veces se demoran hasta 2 horas para pasar, y ni se diga en las zonas rurales, donde habría que hacer un artículo aparte con sus problemáticas y el abandono de las administraciones, allí las rutas se demoran hasta 5 horas. En Granizal, ni siquiera tienen servicio de transporte del municipio y para llegar al servicio de salud se demoran a veces hasta dos horas para llegar a Zamora.
La mayoría de sectores gozan de espacios deportivos adecuados para los niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores. Sin embargo, son muchas las comunidades que no tienen esos espacios y los han solicitado, pero no han sido escuchados.
Es muy reiterada la queja de que la mayoría de Juntas no tienen sede propia, otras ni siquiera tienen sede y otras están en comodatos. Dentro del diagnóstico se logró detectar que hay sectores que tienen dos Juntas de Acción Comunal y otros, que tienen confusión de sus límites.
En esa radiografía también descubrimos que las quejas más recurrentes, en cuanto al ambiente social de las comunidades, son por los ruidos exagerados, sin control. Muchos, dentro de esas quejas, aseguraban que llamaban a la policía, pero los agentes “iban y no hacían nada o se quedaban tomando con los de la fiesta”.
A propósito de la policía, otra denuncia es la connivencia de sus agentes con grupos al margen de la ley. Dicen los líderes que “van por lo suyo y no hacen nada”.
En el tema ambiental, muchos vienen trabajando de la mano con el Área Metropolitana, la Secretaría de Medio Ambiente u otras organizaciones para embellecer sus barrios. Otros sectores no tienen ningún tipo de programas al respecto.
Una queja muy recurrente es sobre las heces de las mascotas, las basuras mal ubicadas, los escombros y la falta de responsabilidad por el aseo de los barrios por parte de los habitantes.
De otro lado, si bien no es un secreto que las Juntas de Acción Comunal son elegidas de manera democrática donde se eligen unas planchas, que en su mayoría pertenecen a movimientos y partidos políticos, una de las problemáticas más complejas, es que las JAC están permeadas por la política. Que, por diferencias políticas con la administración de turno, no obtienen recursos ni apoyos y quienes se perjudican directamente, son las comunidades.
Las últimas denuncias hablaban de presiones por parte de la directora de Participación Ciudadana, porque tenían que actualizar los estatutos como se les dijera desde la dirección. Otros hablaban de que se les amenazaba con quitarles la personería jurídica si no cumplían con lo que se les dijera desde la dirección.
Se aproximan las elecciones para nuevas Juntas, ojalá este diagnóstico se tenga en cuenta y que la administración municipal haga algo al respecto. De igual manera, que los nuevos dignatarios se comprometan a trabajar por sus comunidades y no por defender intereses políticos.
Que las actividades que hoy están realizando en “pro” de la comunidad, o más bien, diría yo, por hacer su campaña ganándose a la comunidad, permanezcan y no sean un show más o como sucedía en la antigua Roma, “al pueblo, pan y circo”. Que realmente sea algo que trascienda, no es solo utilizar a las familias, los niños y las mascotas como instrumentos electorales o, más bien, electoreros.
A quienes continuarán, que hagan un diagnóstico propio, donde descubran las oportunidades de mejora, para seguir construyendo comunidades fuertes y con convicciones firmes.
Las Juntas de Acción Comunal, como su nombre lo indica, llaman a ejecutar, a hacer, a actuar; se hace necesario, que los dignatarios comiencen a aplicar esa misión por sus comunidades y trabajen en conjunto porque como dicen por ahí: “la unión hace la fuerza”.
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